Cuando la Confianza se Hace Visible

En los equipos de trabajo, la confianza es un pilar fundamental. Sin ella, la comunicación se resiente, la colaboración se vuelve difícil y la sensación de pertenencia se diluye. Esto es aún más evidente en equipos que trabajan en remoto, donde la falta de interacción presencial puede hacer que la confianza se construya más lentamente.
Hace un tiempo, facilitamos una sesión de coaching con caballos para un equipo que buscaba precisamente fortalecer la confianza entre sus miembros. Pasaban mucho tiempo teletrabajando y sentían que, aunque hacían su trabajo de manera eficiente, no terminaban de conocerse ni de confiar plenamente los unos en los otros.
Nos encontrábamos en el centro de la pista, formando un círculo, hablando sobre la confianza: ¿Qué significa para cada uno? ¿Cómo se construye en un equipo? ¿Qué impide que la confianza fluya? Mientras compartían sus reflexiones, algo increíble ocurrió.
Una Lección Silenciosa, pero Poderosa
Una de las yeguas más jóvenes del centro, que hasta ese momento había estado observando a distancia, decidió entrar en el círculo. Sin prisa, se situó justo en el centro de todos nosotros. Durante unos segundos nos miró, como si estuviera conectando con la energía del grupo. Y entonces, sin previo aviso, hizo algo extraordinario: se tumbó en el suelo y comenzó a revolcarse frente a nosotros.
Para quienes no están familiarizados con el comportamiento de los caballos, esto puede parecer una acción sin importancia. Pero en realidad, fue un momento profundamente simbólico. Para un caballo, tumbarse y revolcarse en el suelo representa un estado de total relajación y confianza. Como animales de presa, los caballos necesitan estar siempre preparados ante posibles amenazas, ya que les cuesta levantarse rápidamente si están en el suelo. Ponerse en esa posición es una situación de máxima vulnerabilidad.
En ese instante, la yegua nos mostró con su propio cuerpo lo que realmente significa la confianza: sentirse lo suficientemente seguro como para bajar la guardia, dejarse ver sin miedo y entregarse al momento sin reservas.
El Impacto en el Equipo
Todos nos quedamos en silencio, sorprendidos y conmovidos por lo que acababa de ocurrir. Fue una demostración tangible de lo que llevábamos minutos intentando expresar con palabras. La yegua, sin decir nada, nos había dado una lección maestra sobre lo que significa confiar: saber que el entorno es seguro, que no hay juicios ni amenazas y que podemos mostrarnos tal como somos.
Este momento se convirtió en el punto de inflexión de la sesión. La yegua les había invitado a abrirse más, y así lo hicieron. Algunos miembros compartieron sus inseguridades sobre el trabajo en remoto, sobre la dificultad de pedir ayuda o de confiar en sus compañeros cuando no se ven cara a cara. Otros reflexionaron sobre la importancia de crear espacios donde todos puedan ser vulnerables sin miedo.
La yegua nos había dejado una enseñanza inolvidable: la confianza no se impone ni se exige, se construye cuando creamos entornos donde cada persona se sienta lo suficientemente segura para «tumbarse en el suelo» sin temor a ser atacada.
Crear Espacios para la Confianza
La experiencia con la yegua nos recordó que la confianza en los equipos no surge de la nada, sino que se cultiva con el tiempo, a través de la escucha, el respeto y la autenticidad. Los caballos, con su sensibilidad y capacidad de vivir el momento presente, nos enseñan que la verdadera confianza se siente, se respira y se demuestra en acciones, no solo en palabras.
Si queremos equipos más cohesionados y conectados, debemos preguntarnos: ¿Estamos creando espacios donde las personas se sientan seguras para ser ellas mismas?
Esa yegua nos mostró, de la manera más pura y natural, que la confianza no es solo una idea, es un estado del ser. Y cuando logramos alcanzarlo, el trabajo en equipo se transforma en algo mucho más poderoso.